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sábado, 7 de enero de 2012

El exito de Brasil y el fracaso del panismo mexicano


José Narro Céspedes
México se encuentra ante la encrucijada histórica que propició el fracaso de los 11 años de los gobiernos federales del PAN, y es que es un hecho que Vicente Fox y posteriormente Felipe Calderón superaron, en muy poco tiempo, los peores gobiernos del PRI. En especial, los gobiernos panistas ponen en la mesa la necesidad que tiene México de replantear el modelo económico, social y político del país.
Es decir, estamos ante la oportunidad de transformar al país dando un cambio de timón hacia la izquierda, hacia la construcción de un México donde las prioridades no sean las necesidades de los grandes capitales especulativos y los intereses de 30 familias mexicanas, sino el bienestar del pueblo mexicano.
Esta afirmación vuelve a ser pertinente después de que en Brasil un gobierno de izquierda realiza una lucha efectiva contra la miseria, mientras que México se sume en la pobreza extrema. Una izquierda moderna deberá propiciar las condiciones para que la iniciativa privada crezca, teniendo como base el fortalecimiento del mercado interno a partir del crecimiento del poder adquisitivo del grueso de la población mexicana.
Así, en México se debe convertir en prioridad el sacar de la pobreza a millones de mexicanos sumidos en la miseria, los cuales, con las condiciones adecuadas, serán quienes dinamicen los mercados internos con el consumo.
Si en los inicios de su campaña Luiz Inácio Lula da Silva fue visto con desconfianza por su origen sindical y el rótulo de populista, se convirtió en una especie de celebridad por su sentido del equilibrio y su papel conciliador con los inversionistas.
Actualmente 13 millones de familias brasileñas que viven en la pobreza o la extrema pobreza reciben ayuda estatal, en un plan de asistencia que apuntaló a la izquierda al frente del país más extenso de Sudamérica y uno de los más exitosos en la lucha contra la miseria, según diversos estudios. Vicente Fox asumió la Presidencia de México en 2000, mientras que Lula da Silva lo hizo en Brasil en 2003.
Brasil, con 190 millones de habitantes, asegura haber sacado de la pobreza a más de 30 millones durante los ocho años de gobierno de Lula. Sólo entre 2003 y 2008, la extrema pobreza se redujo de 12 a 4.8 por ciento. El país logró en cinco años lo que la ONU, en sus Metas del Milenio, fijó para 25.
Al mismo tiempo en México, de acuerdo con el más reciente estudio del Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval), el número de personas en situación de pobreza subió de 48.8 a 52 millones entre 2008 y 2010, lo que significa que 46.2 por ciento de la población se encuentra en esa situación, contra 44.5 por ciento de 2008.
Por su parte, la pobreza extrema, la que tiene tres o más carencias sociales, pasó de 10.6 a 10.4 por ciento de la población total, con lo que se mantiene en el nivel de 11.7 millones de personas; mientras que el número de personas vulnerables por ingreso pasó de 4.9 millones en 2008 a 6.5 millones en 2010. Destacó que 28 millones de personas carecen de acceso a alimentación, lo que representa un aumento de 4.2 millones en dicho periodo.
Brasil diversificó sus exportaciones, en particular con Asia; reguló mediante impuestos el flujo de capital externo y fortaleció su mercado interno. Sus resultados económicos contrastan mucho con los de México, cuya industria exportadora fue gravemente golpeada. Existe la percepción de que el país carioca avanza mejor y más rápido, en tanto que la industria mexicana sigue atorada en la indefinición.
Brasil es uno de los miembros del grupo BRIC (Brasil, Rusia, India y China), en el que México nunca fue incluido. Alguna vez se explicó que ya iba delante de ellos en materia económica y que, en su lugar, debía unirse a la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE). En lugar de eso, ahora deberá esperar hasta mostrar una mayor madurez.
Brasil es autosuficiente en petróleo y el mayor productor mundial de etanol, con 17 mil millones de litros y la posibilidad de crecer 30 por ciento en los siguientes 15 años. En 2007 se descubrieron yacimientos en la costa atlántica que garantizan la producción petrolera durante una década más. Petrobras, la empresa petrolera estatal, figura entre las más grandes y capitalizadas del mundo, y es un ejemplo de integración con la inversión privada y el desarrollo tecnológico.
El país carioca no sólo tiene una fábrica de aviones de alta tecnología –Embraer–, sino que le arrebató a su vecina Argentina el liderazgo en varias industrias, entre ellas la automotriz. El boom económico e industrial de Brasil es sostenido por una plataforma financiera que incluye los cinco bancos más grandes de América Latina: Itaú, Do Brasil, Bradesco, Santander y Caixa Económica Federal.
No es casualidad que las tres principales calificadoras –Standard & Poors, Moody’s y Fitch Ratings– hayan dado el grado de inversión a la deuda pública brasileña, y que el gobierno de Lula invirtiera 10 mmdd en el Fondo Monetario Internacional (FMI).
La solución de las crisis económicas, sociales, de seguridad y políticas por las que atraviesa nuestro país necesariamente tienen que buscarse en un cambio de modelo, toda vez que la derecha y su neoliberalismo demostraron un aplastante fracaso. Es necesario que la gente sea la prioridad nacional, es vital que el bienestar de la gente sea hacia donde este país avance. ■

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