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viernes, 20 de enero de 2012

La izquierda, la búsqueda de la justicia

José Narro Céspedes
Para algunos de nosotros es difícil imaginar a quien busque la justicia sin que se sienta de izquierda. Es cierto que no hay una definición universalmente aceptada de izquierda –ni de derecha–, pero en la práctica se le puede identificar sin gran dificultad. Desde la Revolución francesa la izquierda ha sido considerada la posición política de quienes propician un cambio con el objetivo de conseguir justicia social y democracia.

Hoy la izquierda mundial trabaja por construir el fortalecimiento de la identidad de los ciudadanos del mundo que luchan contra la globalización excluyente y que están a favor del imperio pleno de los derechos humanos para que se implanten en el planeta democracias que reconozcan y respeten las diferencias y repartan equitativamente los frutos del trabajo y el desarrollo.
Para la izquierda, es vital que la colectividad garantice el bienestar de los individuos por su sola condición de seres humanos. El objetivo de la izquierda es, entonces, establecer garantías sociales, jurídicas e institucionales para que todos gocen del bienestar material. Por esta razón apunta a combatir, como problema central, la desigualdad entre las personas. Al respecto, la izquierda desde sus inicios ha sido muy clara: la fuente principal de desigualdad es la dispar distribución de recursos económicos.
México se ha convertido en un país productor de pobres, pues el número de personas en situación de pobreza en México subió de 48.8 a 52 millones entre 2008 y 2010, lo que significa que 46.2 por ciento de la población se encuentra en esa situación, contra 44.5 por ciento de 2008.
De esta forma, la lucha de la izquierda mexicana se convierte en un asunto vital. Es trascendental el cambio de modelo económico que haga de este país un lugar más justo para la mayoría de los mexicanos, pero la búsqueda del cambio se tendrá que hacer desde la lucha democrática, pues hemos hecho la apuesta por encontrar las formas de cambiar el país en la paz.
Por ello hoy buscamos construir un nuevo país, desde las banderas que enarbola el Partido de la Revolución Democrática (PRD). En 1989 el PRD fue fundado después del fraude electoral de 1988 que llevó a la Presidencia a Carlos Salinas de Gortari. En la actividad postelectoral se decidió la formación de un nuevo partido: el Partido de la Revolución Democrática, que nació como una coalición de diversos partidos políticos y organizaciones de izquierda, del cual soy fundador.
Se llamó a un Congreso constituyente, al cual acudí como congresista por Zacatecas (e incluso tuve más votos para asistir que Amalia García y Raymundo Cárdenas, connotados miembros del Partido Comunista). Al no conseguirse la inscripción, se tomó el registro del Partido Mexicano Socialista (PMS), presidido entonces por Gilberto Rincón Gallardo.
Así, los orígenes institucionales son el PMS, el Partido Mexicano de los Trabajadores (PMT), el Partido Socialista Unificado de México (PSUM), Partido Popular Revolucionario (PPR), el Movimiento Revolucionario del Pueblo (MRP), Unión de la Izquierda Comunista (UIC); más adelante se unen a la fusión una parte de la militancia del Partido Socialista de los Trabajadores (PST), así como la llamada “familia revolucionaria” representada por la izquierda dentro del PRI y organizaciones civiles que se opusieron al partido gobernante y pugnaron por elecciones democráticas.
En esa conjunción de fuerzas quedamos relegados miembros de la lucha social que no encontramos representatividad en el nuevo orden perredista, así buscamos otro camino y la fundación del Partido del Trabajo fue la opción. Pero con los años nos encontramos ante la disyuntiva de que participamos en la lucha social y política para cambiar el mundo, por lo que no continuamos en un proyecto que cada elección lucha por su registro y quedará siempre lejos de poder construir herramientas para cambiar a México y decidimos regresar al partido que ayudamos a fundar.
El PRD, como la fuerza más grande de la izquierda nacional, se convirtió en la opción para incorporarnos, pues el partido ha asumido que las fuerzas de izquierda sólo pueden acceder al poder político en la unidad. Así, el partido del Sol Azteca se asume como un partido plural, dialéctico, capaz de asumir democráticamente sus contradicciones, lo que lo convierte en incluyente por definición.
De esta forma el PRD es capaz de unirse a las fuerzas democráticas y de izquierda similares para fortalecer la lucha por la justicia en México. La gente de izquierda somos luchadores sociales que van más allá de las burocracias partidarias, pues buscamos el sagrado valor de la justicia y la libertad. ■

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