FPLZ


¿Quiénes somos?
te platicamos nuestra historia...

¡Cliquéa videos parte I, II y III para conocernos mejor!
comenta y postealo en tu cuenta...

twitter José Narro Céspedes

Visitas página FPLZ

miércoles, 15 de agosto de 2012

Intervención del compañero Embajador de Cuba en México, en la celebración del cumpleaños 86 del Comandante en Jefe Fidel Castro .


INTERVENCIÓN DEL COMPAÑERO EMBAJADOR DE CUBA EN MÉXICO, MANUEL AGUILERA DE LA PAZ, EN EL ACTO DE CELEBRACIÓN DEL CUMPLEAÑOS 86 DEL COMANDANTE EN JEFE FIDEL CASTRO RUZ

Querido Don Pablo:

Queridas amigas y amigos:

Ha sido un privilegio escuchar las hermosas y siempre sabias palabras pronunciadas por Don Pablo González Casanova, que sé reflejan el sentir y el pensamiento de muchos mexicanos y le agradezco sinceramente a nombre propio, de mis compañeros y de mi pueblo. Igualmente agradezco las palabras de Vivian López, Presidenta de la Asociación de Cubanos Residentes en México “José Martí”, que expresan los sentimientos de la mayoría de nuestros compatriotas radicados aquí.

Pienso que para los cubanos, que constituimos una nación pequeña por su dimensión territorial, demográfica y económica, ha sido un enorme privilegio histórico contar con hombres de la talla universal de José Martí y Fidel Castro, cuyo pensamiento y acción trascienden el tiempo y las fronteras.

Fidel siempre se consideró a sí mismo un discípulo de Martí; pero a mi juicio tiene el doble mérito de ser uno de los mejores y de haber llevado a la práctica las ideas de nuestro Héroe Nacional, quien dejó su obra inconclusa cuando cayó combatiendo por la libertad de la Patria a la edad de 42 años. Fidel arriesgó su vida muchas veces en los combates del Moncada y la Sierra Maestra y luego la Agencia Central de Inteligencia de los Estados Unidos trató de asesinarlo más de 600 veces, pero tuvo más suerte. Hace 6 años una grave enfermedad estuvo a punto de poner fin a su fructífera vida; pero logró reponerse con la voluntad de hierro que lo caracteriza y la ayuda de los médicos que la Revolución formó.

Quisiera destacar algunas cualidades de Fidel que emanan de sus profundas convicciones martianas y aclaro que el orden no tiene nada que ver con su importancia.

Primero, su concepto de la unidad como condición básica para el triunfo, la defensa y la sobrevivencia de una revolución y su habilidad casi mítica para crear y cimentar la unidad, sobre la base de su también extraordinaria capacidad de persuadir y convencer, que es la segunda cualidad que quiero mencionar.

La Revolución Cubana logró sobrevivir y se ha mantenido victoriosa porque supo construir y defender la unidad y Fidel nos enseñó que solo podrá permanecer y salvarse en el futuro si preserva la unidad entre los revolucionarios, entre el pueblo y sus dirigentes, entendida no como la imposición de un pensamiento único, como gustan decir los detractores de la Revolución y de Fidel, sino como la identificación consciente de la mayoría del pueblo con las ideas y principios fundamentales que definen nuestro proyecto de nación.

Tercera, su concepto de la ética y la verdad como columna vertebral de su conducta, sin ninguna excepción ni concesión. Gilberto López y Rivas dijo una vez que Fidel y la Revolución Cubana habían convertido la ética en razón de Estado. Con la práctica de Fidel y la concepción de la ética como componente esencial de la actuación política y revolucionaria, no se asume la idea de que el fin justifica los medios. Para Fidel, no se puede lograr el objetivo o la victoria a cualquier precio. Es por eso que en Cuba nunca se ha torturado a un prisionero ni se ha asesinado a un enemigo.

Y por esa misma razón, Fidel jamás ha dicho una mentira, aplicando siempre a rajatabla, igualmente sin una sola excepción ni concesión, la máxima martiana de que “la verdad es nuestro escudo” y también nuestra principal arma, junto a la justeza de nuestras ideas.

En cuarto lugar, la fidelidad a los principios y la coherencia de su pensamiento y conducta, hasta las últimas consecuencias.

En quinto lugar, su profunda convicción de que la derrota no existe, basada en el principio martiano de que “una idea justa desde el fondo de una cueva puede más que un ejército”, y su asombrosa capacidad de convertir los reveses en victorias. Ejemplos de ello sobran, en el terreno militar y también en el terreno político, pero quizás el más anecdótico y paradigmático es el del encuentro de Raúl y un reducido grupo de otros expedicionarios del Granma con Fidel en la Sierra Maestra, después de haber sido diezmados y dispersados por el ejército de Batista al desembarcar en las costas cubanas. 

En la noche del 18 de diciembre de 1956 se abrazaron los hermanos. Eran solo 8 hombres. "¿Cuántos fusiles traes?", pregunta Fidel. "Cinco", responde Raúl. "¡Y dos que tengo yo son siete! ¡Ahora sí ganamos la guerra!", exclamó Fidel. Así ha sido siempre en todas las batallas políticas y militares que ha librado a lo largo de su vida.

En sexto lugar, el internacionalismo de Fidel, que también nos inculcó a los cubanos. No solo brindamos ayuda militar desinteresada a los movimientos de liberación nacional en África y otros continentes, sino sobre todo, una generosa y amplia colaboración a muchas naciones del llamado Tercer Mundo en materia de salud y educación fundamentalmente, sin pedir nunca nada a cambio. Hoy Cuba tiene más médicos en otros países que la Organización Mundial de la Salud, hay más médicos cubanos en Haití que de cualquier otra nación y hay más jóvenes extranjeros estudiando gratuitamente medicina en Cuba que en cualquier otro país, por solo citar algunos ejemplos actuales. 

Recuerdo una consigna popular nacida al calor de los primeros enfrentamientos con el imperio: “Fidel, Fidel, qué tiene Fidel que los americanos no pueden con él”. Y esa es otra extraordinaria cualidad de Fidel, que también heredó de Martí: su profundo antimperialismo, expresado en sus ideas y en su práctica revolucionaria. Fidel ha sido el único líder revolucionario, el único estadista en la historia que ha enfrentado victoriosamente, a lo largo de más de medio siglo, al imperio estadounidense en todos los terrenos: ideológico, político, militar, económico y mediático, sin hacer una sola concesión de principios, sin doblegarse jamás, sin ceder “ni tantito así” como decía el Ché y sin el más mínimo odio hacia el pueblo norteamericano, al que no confundimos con la oligarquía dominante en ese país.

Y ha librado esa colosal batalla por el futuro de la humanidad, porque tiene la más profunda convicción de que ese imperio es la cabeza de un sistema injusto, cruel, egoísta, inhumano, causante de guerras, explotación, desigualdad, miseria y sufrimientos a la mayor parte de la humanidad, que amenaza la existencia del planeta porque destruye el medio ambiente y mantiene latente el peligro de una guerra nuclear.

¡Cuánta inteligencia, sabiduría, habilidad, firmeza, valor y capacidad de liderazgo se requieren para lograr esa hazaña y también para conducir a un pueblo entero en la no menos gloriosa y difícil batalla por construir un nuevo tipo de sociedad, en la que por primera vez en nuestra historia los cubanos somos verdaderamente libres y dignos y nos convertimos en una de las naciones más avanzadas del mundo en justicia social, educación, salud, cultura y deporte, resistiendo los embates del poderoso imperio y pagando un altísimo precio, en vidas humanas, sacrificios y penurias económicas a causa del terrorismo de estado, el criminal bloqueo y la guerra mediática, que no han cesado durante más de cinco décadas de Revolución!

Como dije al principio, tendría muchas cosas más que decir de Fidel, de las cualidades que lo caracterizan como la modestia, sencillez, sensibilidad y caballerosidad, sus dotes de orador y su vasta cultura, su insaciable sed de leer y aprender de todo y su permanente contacto con el pueblo, entre otras.

Pero prefiero leer un pequeño fragmento de lo que escribió sobre él su gran amigo Gabriel García Márquez, con la belleza y la profundidad del lenguaje de este genial escritor, y cito:

“Cuando habla con la gente de la calle, la conversación recobra la expresividad y la franqueza cruda de los afectos reales. Lo llaman: Fidel. Lo rodean sin riesgos, lo tutean, le discuten, lo contradicen, le reclaman, con un canal de transmisión inmediata por donde circula la verdad a borbotones. Es entonces que se descubre al ser humano insólito, que el resplandor de su propia imagen no deja ver. Este es el Fidel Castro que creo conocer: un hombre de costumbres austeras e ilusiones insaciables, con una educación formal a la antigua, de palabras cautelosas y modales tenues e incapaz de concebir ninguna idea que no sea descomunal”. Fin de la cita.

Y estando aquí, me complace mencionar también otra característica de Fidel: su gran amor y admiración hacia México y los mexicanos. Desde niño, como todos los cubanos, aprendió a querer y admirar a México, a su pueblo, su historia y su cultura. La historia de lucha de los mexicanos y especialmente la Revolución de 1910, influyeron mucho en su formación política. Supo que esta tierra generosa siempre acogió y apoyó a los patriotas cubanos que lucharon por la libertad de nuestra Patria, como José María Heredia, Martí y Julio Antonio Mella, entre otros. Por eso decidió venir aquí cuando fue obligado a salir de Cuba por la tiranía de Batista y tal como esperaba, recibió el apoyo de muchos mexicanos en los preparativos de la expedición del Granma. Gran admirador del General Lázaro Cárdenas, recibió ayuda y solidaridad de este durante su estancia en México y después del triunfo de la Revolución cubana, en momentos difíciles, como cuando se produjo la agresión militar de Estados Unidos por Playa Girón en abril de 1961.

En esa misma década, cuando Estados Unidos pretendió aislar y castigar a Cuba forzando a casi todos los gobiernos de la región a romper relaciones con nuestro país, México fue la única nación latinoamericana que mantuvo sus vínculos con Cuba. Eso Fidel y todos los cubanos lo llevamos grabado para siempre en el corazón y la memoria. Durante décadas, México y Cuba mantuvieron relaciones basadas en el respeto mutuo, la no injerencia en los asuntos internos y la cooperación mutuamente beneficiosa, a pesar de las presiones del imperio, con escasas y efímeras excepciones. 

Por eso, además de querer entrañablemente al pueblo hermano de México, Fidel ha sido siempre especialmente respetuoso hacia sus gobiernos, instituciones y procesos internos y nos enseñó que siendo México un gran país vecino que constituye prácticamente la frontera de América Latina con el imperio revuelto y brutal que nos desprecia, era estratégico para la supervivencia de la Revolución cubana mantener esas relaciones, siempre sobre la base de los principios del derecho internacional antes mencionados, porque lo contrario solo conviene al imperio y a los enemigos de nuestros pueblos.

Coincidentemente, hoy también cumpleaños, 56, René González Sehwerert, uno de los Cinco Héroes cubanos injustamente prisioneros del imperio por combatir el terrorismo contra su Patria. René ya cumplió hasta el último minuto de su sentencia en la cárcel, pero sigue injustamente retenido en Estados Unidos, sometido a lo que llaman “libertad supervisada” y recientemente la fiscalía de ese país rechazó su solicitud de regresar a Cuba. Los otros cuatro: Gerardo, Ramón, Antonio y Fernando, cumplirán 14 años encarcelados el próximo 12 de septiembre.  

Estos hombres, nacidos poco antes o poco después del triunfo de la Revolución, son un ejemplo de la nueva generación de cubanos formada bajo el liderazgo de Fidel, identificada y comprometida con las ideas y los principios que él ha promovido y defendido durante toda su vida.

Ellos, como muchos otros cubanos, son la prueba fehaciente de que Fidel, como Martí, vivirá siempre en el corazón y la mente de nuestro pueblo y de que la continuidad de la Revolución está asegurada, preservando sus grandes conquistas, perfeccionando y cambiando todo lo que haya que cambiar sin renunciar jamás a los principios, como él nos enseñó.

¡Qué viva eternamente Fidel! 

No hay comentarios:

Publicar un comentario