Las Negritas. Crematorio clandestino.
Foto: Leonardo Garza
Foto: Leonardo Garza
Ante la violencia criminal que envuelve a Zacatecas y exhibe la inoperancia del sistema de seguridad del gobierno de Miguel Alonso Reyes, la Secretaría de la Defensa Nacional comenzó a construir tres bases militares para enfrentar a la delincuencia organizada. Mientras tanto, peritos forenses de la procuraduría estatal, apoyados por especialistas de las universidades de Zacatecas y Durango, llevan dos meses tratando de identificar los miles de fragmentos de osamentas humanas localizadas en el tiradero de Las Negritas, lugar que sintetiza el horror que viven los zacatecanos
CALERA, ZAC.- Antes de llegar a Río Frío, la carretera que sale de la cabecera municipal marca un camino de terracería que termina en el predio Las Negritas, un relleno sanitario convertido hoy en un inmenso crematorio clandestino para las víctimas de la guerra emprendida por el gobierno federal contra el narco.
Ahí la humareda es permanente; ahí también se localizó la primera narcofosa similar a las de San Fernando y Durango, con miles de minúsculos fragmentos de huesos humanos de las víctimas de los sicarios que merodean por los territorios en disputa.
Un grupo de arqueólogos y peritos de la Procuraduría General de Justicia del Estado y alumnos de Criminología de la Universidad Autónoma de Durango (campus Zacatecas) llevan dos meses intentando reconstruir el escenario para determinar cómo fue la matanza en el predio Las Negritas.
Aquí, dicen, no entraron retroexcavadoras ni palas como en San Fernando y Durango. ¿La razón?: Cientos, miles de pequeños fragmentos de osamentas humanas enterrados y semienterrados en medio de montones de huesos de mango, cáscaras de fruta y otros desechos tienen el color y el olor de la ceniza. Están calcinados.
No se sabe desde cuándo; tampoco se dice quiénes los ejecutaron. Aunque no hay que adivinar mucho, pues alrededor del lugar se encontraron cientos de casquillos y balas.
No hay más sombra que la de algunos huizaches y nopaleras en los alrededores; también una derruida construcción de adobe sin techo desde donde policías ministeriales vigilan las labores forenses. Lo hacen sólo durante el día porque de noche, como ocurre en diversos puntos, Zacatecas es de nadie. (Extracto del reportaje que se publica esta semana en la edición 1822 de la revista Proceso, ya en circulación)
CALERA, ZAC.- Antes de llegar a Río Frío, la carretera que sale de la cabecera municipal marca un camino de terracería que termina en el predio Las Negritas, un relleno sanitario convertido hoy en un inmenso crematorio clandestino para las víctimas de la guerra emprendida por el gobierno federal contra el narco.
Ahí la humareda es permanente; ahí también se localizó la primera narcofosa similar a las de San Fernando y Durango, con miles de minúsculos fragmentos de huesos humanos de las víctimas de los sicarios que merodean por los territorios en disputa.
Un grupo de arqueólogos y peritos de la Procuraduría General de Justicia del Estado y alumnos de Criminología de la Universidad Autónoma de Durango (campus Zacatecas) llevan dos meses intentando reconstruir el escenario para determinar cómo fue la matanza en el predio Las Negritas.
Aquí, dicen, no entraron retroexcavadoras ni palas como en San Fernando y Durango. ¿La razón?: Cientos, miles de pequeños fragmentos de osamentas humanas enterrados y semienterrados en medio de montones de huesos de mango, cáscaras de fruta y otros desechos tienen el color y el olor de la ceniza. Están calcinados.
No se sabe desde cuándo; tampoco se dice quiénes los ejecutaron. Aunque no hay que adivinar mucho, pues alrededor del lugar se encontraron cientos de casquillos y balas.
No hay más sombra que la de algunos huizaches y nopaleras en los alrededores; también una derruida construcción de adobe sin techo desde donde policías ministeriales vigilan las labores forenses. Lo hacen sólo durante el día porque de noche, como ocurre en diversos puntos, Zacatecas es de nadie. (Extracto del reportaje que se publica esta semana en la edición 1822 de la revista Proceso, ya en circulación)
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