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sábado, 19 de noviembre de 2011

El castigo absurdo al abuso sexual

  • Con tres años en prisión, una educadora acusada de violar a un niño está próxima a obtener la libertad. Familiares de la víctima han solicitado la intervención de otros países para revocar la sentencia
LUCHA. Cristy, mamá de Jesús, quien prefiere ocultar su identidad tras una máscara, ha recurrido a instancias internacionales (Foto: LUIS CORTÉS EL UNIVERSAL )
Sábado 19 de noviembre de 2011 Nurit Martínez | El Universal



nurit.martinez@eluniversal.com.mx 

Esa noche sola en su casa Cristy sentía que enloquecía. “Yo quería matarla. Pensaba, la voy a encontrar y le voy a quitar la piel por eso que le hizo a mi hijo”, lloraba, lloró, llora aún. No sabe cómo pudo contener tanta rabia ante el niño, fueron varias las horas en las que estuvo jugando, como no lo habían hecho antes, hasta que se quedó dormido.

Al llegar a casa, provenientes del jardín de niños de la Westminster School, Jesús había protagonizado otro de los momentos irritables, como ocurría desde hacía dos semanas atrás. Sólo que esta vez, mientras le quitaban el uniforme dijo: “Mamá nunca más voy a ir a la escuela”, a pesar de tener sólo 3 años su lenguaje es claro.

Cristy pregunta “¿por qué?”. “No quiero”, dice el menor y se queda callado. “Jesús si tú no me das una razón, no puedo hacer eso, tú tienes que ir a la escuela como los demás niños”. Entonces, él se movió —estaba acostado en la cama— y simplemente dijo: “No quiero porque Lore me hace hoyo”.
“Fue algo fuerte e impactante. Yo necesitaba saber más”. Con calma, sin exaltarse continuó las preguntas: “¿Dónde te hace Lore hoyo?”.

“Muy seriecito solamente se volteó con su manita me indicó su parte anal. En ese momento yo sentí horrible en el estómago”, relata desde el comedor de la casa blanca.

Han transcurrido cuatro años de esos hechos, pero hasta hace un mes el juez sexagésimo noveno penal, que lleva la causa DAJ/005/08 con antecedente 580/07 dictó una sentencia de 4 años y 4 meses de cárcel a Lorena Alvarado Amador (presa desde 2008), por la responsabilidad acreditada de abuso sexual en contra del menor . Sin embargo, “su buena conducta” han hecho que el delito se redujera a sólo 2 años y un mes de cárcel, es decir, próxima a lograr su libertad.

Cristy pide no se revele su identidad ni la de su hijo. Han cambiado sus nombres, no quiere que su hijo ni su familia sea revictimizado.

Cristy se niega a que eso ocurra, a través de abogados ha decido interpelar la sentencia e incluso, viajó a Londres para solicitar la intervención del gobierno de Inglaterra, a través de su “presencia y observación internacional proporcionada a sus connacionales” para revocar la baja resolución penal.
Era miércoles 17 de octubre de 2007. Su esposo y su papá habían viajado a entregar una casa a Acapulco, trabajan juntos, uno es arquitecto y el otro ingeniero. Ella estaba ahí sola en su casa. “Uno no quiere pensar lo que sucedió. No quieres creerlo, dices ojalá bendito Dios no”, pero el primer médico consultado, sin hacer referencia de un posible abuso, había identificado una “pequeña fisurita en su parte anal”.

Al siguiente día “fui a la escuela, yo quería conocer a Lore”, ella no era la maestra de niños, sólo la “nana”, una ayudante de docencia. La directora de preescolar, Cristina Pamanés y más tarde la dueña del plantel, Alpha Iconomópulos, trataron de “tranquilizarme, me prometieron que ellas iban a investigar si realmente había pasado lo que yo sospechaba”.

Ellas no sabían que Cristy, en medio de su desesperación la noche anterior buscó la ayuda telefónica en Locatel, “nunca le iba a llamar a mi madre para contarle lo sucedido”.

La persona que la atendió por teléfono la orientó, le dijo cómo actuar y le proporcionó los datos para iniciar la denuncia y canalizar a su hijo con especialistas. El domingo, en compañía de su esposo, decidieron “iniciar el proceso largo y doloroso” que ha sido andar en juzgados, “pero lo hicimos porque debemos apelar al dolor de los niños y acabar con esto”.

Ante el ministerio público el niño ilustró con juguetes cómo Lore le pegaba, lo regañaba e incluso, “le cambiaba el nombre a mi hijo, le decía Jesusa”. Con un muñeco el niño ilustró la forma en que Lore abusaba de él, cómo ella hurgaba entre sus genitales y todo eso ocurría mientras el resto de los niños tomaban clase de natación. Jesús no la tomaba por una complicación médica al nacer.

Dos veces por semana, Lore se encargaba del niño durante una hora, tiempo en que llevaba al niño a “pasear” por las escuelas (preescolar y primaria). Se presume que en ese momento abusaba del menor.

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